Novelas sobre la guerra civil española
Dirige Jon Juaristi
Modera Alicia Delibes, directora del proyecto “Educación” de la Fundación Villacisneros
Participantes: Miriam Tey, editora, y Pedro Corral, escritor y diputado en la Asamblea de la Comunidad de Madrid.
Textos de lectura: “Celia en la revolución”, de Elena Fortún, y “La revolución española vista por una republicana”, de Clara Campoamor.
Tanto Elena Fortún (1886-1952) como Clara Campoamor (1888-1972) nacieron en Madrid, en el seno de familias de la “burguesía liberal”, lo que entonces era tanto como decir que en sus familias se mantenían posiciones políticas más bien republicanas. Las dos frecuentaron los círculos de las intelectuales feministas de la época, aunque no hay constancia de que se conocieran. Ambas vivieron parte de la guerra en Madrid y conocieron el exilio. Elena Fortún pudo regresar a España y murió en Barcelona en 1952, mientras que, a Clara Campoamor, el régimen de Franco nunca se lo permitió; murió en Lausana en 1972.
Elena Fortún terminó de escribir “Celia en la revolución” en 1943, pero el libro no fue publicado por Aguilar hasta 1987. De forma sorprendente, tras su publicación, el libro desapareció de las librerías. En 2016, la novela vio de nuevo la luz, publicada por la editorial Renacimiento. Para Andrés Trapiello, autor del prólogo de esta nueva edición, “Celia en la revolución” es una de las grandes novelas sobre la guerra civil española.
Elena Fortún eligió a Celia, uno de los personajes que ella había creado y al que había hecho protagonista de muchas de sus novelas y cuentos, que habían logrado un enorme éxito entre los lectores más jóvenes, para contar lo que ella misma había visto, escuchado y vivido, en Madrid, en Valencia y en Barcelona, durante los tres años de la guerra civil.
Celia es una adolescente de quince años que adora a su padre y a su abuelo, republicanos comprometidos. En Madrid, sufre los bombardeos indiscriminados de los sublevados que llenan las calles de víctimas inocentes y, al mismo tiempo, contempla la brutalidad inhumana de los milicianos que llenan las calles de cadáveres no menos inocentes. Mientras lucha por sobrevivir, Celia no para de preguntarse de qué lado está la razón, de quién es la culpa y la responsabilidad de tanta tragedia.
Por su parte, Clara Campoamor escribió “La revolución española vista por una republicana”, a finales de 1936, nada más abandonar España y encontrar refugio en Lausana (Ginebra), gracias a su amiga Antoinette Quinche.
El relato de Clara Campoamor comienza con el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936. La escritora cuenta que, desde el primer momento, en las calles de Madrid se producen problemas de orden público (saqueos, incendios, e incluso, atentados contra las personas) mientras, en el gobierno, las intrigas y luchas por el poder se convierten en el pan de cada día.
Para Campoamor, fruto de estas intrigas serán la destitución de Alcalá Zamora, el nombramiento de Manuel Azaña como Presidente de la República, y el cada vez mayor poder de socialistas y comunistas dentro del gobierno del Frente Popular. Tras la sublevación de Melilla, la decisión de armar al pueblo terminó por hacer estallar la revolución.
Luis Español Bouché, estudioso de la obra de Clara Campoamor, encontró casualmente, en el año 2000, un libro de esta autora publicado en Francia en 1937 con el título La Révolution espagnole vue par une républicaine. Tradujo el libro al español y tardó bastante tiempo en encontrar en España alguien que quisiera publicarlo. En 2005 lo editó Espuela de Plata (Renacimiento).
Esa dificultad que ambos libros, el de Fortún y el de Campoamor, tuvieron para ver la luz en España quizás se pueda explicar, en parte, por los títulos que las autoras escogieron para ellos. Eso al menos piensa Andrés Trapiello que, en su prólogo de Celia en la Revolución, resalta el hecho significativo de quetantoElena Fortún, como Clara Campoamor, pusieran en el título de sus libros la palabra “revolución”. Lo hicieron, escribe Trapiello, “llamando a las cosas por su nombre”, porque “aquello había sido una revolución en toda regla, entre cuyas víctimas se contarían algunos miles de republicanos convencidos”. Algo que, para los republicanos perdedores de la guerra, era difícil de aceptar.
En la tertulia sobre estas obras y sus autoras, Jon Juaristi, que considera el libro de Elena Fortún como una de las mejores novelas que se han escrito sobre la guerra civil, destacó ciertas similitudes entre Celia en la revolución y Madrid de Corte a Checa. Y, como ejemplo, señaló la descripción que, en ambas novelas, se hace de los terroríficos amaneceres madrileños, con los cadáveres (a los que tanto Fortún como Foxá llaman “besugos”) al borde de las aceras.
Juaristi destacó la habilidad de Elena Fortún para describir a Celia, esa niña que se hace adulta en medio del horror de la guerra, o para narrar la relación que esta mantiene con Jorge, el joven comunista que no llega a comprender cómo ha podido convertirse en un asesino si, como él mismo dice, “yo no soy así”.
Por su parte, Miriam Tey dudó de la valoración positiva que suele hacerse de las posturas “neutrales” o centristas ante los problemas políticos. Algo que, señaló Tey, está muy presente en el libro de Clara Campoamor: hasta qué punto, esos que quieren ser siempre buenos, que no se mojan, que dicen ser neutrales, no son, a veces, los primeros responsables de que se desencadene la violencia.
Pedro Corral, que ha estudiado profundamente la guerra civil, destacó que le había gustado releer estos dos libros uno después del otro. Para él, leer la novela de Celia en el marco político que describe Clara Campoamor, ha resultado una experiencia interesante y muy aconsejable.
Corral considera ingenua la postura de Clara Campoamor al mostrarse tan segura de que podría haberse evitado la guerra si Azaña hubiera ofrecido a los sublevados un gobierno de “conciliación”. Corral cree que, tras la sublevación, ya no era posible frenar al general Mola.
También señaló Pedro el instinto anticomunista de Celia y la posición de Clara Campoamor en contra de la actuación revolucionaria de los socialistas y comunistas en la guerra.
Finalmente, los tertulianos estuvimos de acuerdo en que si el libro de Campoamor tuvo tantas dificultades para ser publicado era debido a que su autora resultaba, para unos y otros, demasiado “incómoda”.