Matar estuvo bien
“La organización armada ETA político-militar ha hecho público hoy un comunicado en el que explica que ha sido puesto en libertad el director de la factoría de Michelin de Vitoria, Luis Abaitua Palacios, al ser alcanzados los objetivos de la organización. Los objetivos conseguidos son ‘por un lado el inicio de las negociaciones entre la empresa Michelin y el comité de los trabajadores y por otro lado la recuperación de informaciones extraídas mediante interrogatorio necesarias para la planificación de futuras acciones”(Diario Vasco, 2 de marzo de 1979).
Este es el extracto literal de la información sobre el secuestro y tortura del señor Abaitua, ese hombre del que su secuestrador, Arnaldo Otegui Mondragón, ha olvidado su nombre, como bien demostró en la entrevista concedida a Jordi Évole tras su salida de prisión, donde cumplía condena por pertenencia a organización terrorista.
“En un comunicado recibido en Diario Vasco, la organización ETA político-militar ha reivindicado la responsabilidad del atentado que causó la muerte en Vitoria de Luis Hergueta Guinea, directivo de Michelin Vitoria. En el comunicado ETA (pm) acusa al señor Hergueta de ser el organizador de los servicios de seguridad interior y máximo responsable de la represión contra los trabajadores de Michelin-Vitoria. Señala más adelante el comunicado que del interrogatorio que ETA hizo al director de la factoría, señor Abaitua, se pudo llegar a determinar con precisión la estructura de seguridad interior, estructura compuesta por mandos intermedios, esquiroles y colaboradores y de la que da una lista de cuarenta y tres personas con nombres y apellidos” (Diario Vasco, 27 de junio de 1980).
Recuérdese que por el secuestro del señor Abaitua fue procesado y condenado el terrorista Arnaldo Otegui, alias Gordo. Por otro lado, el asesinato del señor Hergueta sigue sin esclarecerse pese a que su causa sigue abierta. Las sospechas de que dos más dos son cuatro resultan evidentes.
“¿Cuándo me has escuchado decir a mi que matar estuvo bien? Yo ni siquiera se lo he escuchado a ETA” (Arnaldo Otegui, 11 de febrero de 2017).
Una vez más, Otegui miente. Cuando ETA secuestraba, amenazaba, extorsionaba, hería o asesinaba, lo hacía dentro de una plan estratégico organizado por el conjunto de la Izquierda Abertzale, antes KAS, para lograr una serie de objetivos perfectamente planificados. Hoy, por una mera cuestión estratégica, ETA ya no mata, pero los objetivos siguen intactos.
El que fuera miembro de ETA, José Luis Urrusolo Sistiaga —por favor, evítense eufemismos como “expreso de la banda”—, en una entrevista aparecida en Diario Vasco este pasado 20 de febrero afirma: “Nosotros lo vivíamos como una cuestión colectiva en la que ETA era una parte del todo. Todo no era ETA, pero ETA no era sólo sus comandos, era algo más amplio. Había gente que se sentía participe en ETA y era partícipe de ETA, de su funcionamiento, de sus reflexiones, que estaba en las organizaciones políticas, en los periódicos…”.
Urrusolo, alias Langile, olvida todo lo que sabe y nunca ha contado. Podría hacer memoria sobre jueces y periodistas señalados, o sobre las víctimas del atentado cometido por el comando Ekaitz, al que él pertenecía, en el municipio de Muchamiel (Alicante), que causó la muerte de tres personas y que sigue sin esclarecerse.
El autor de al menos 16 asesinatos, dado su “arrepentimiento”, esta vez sí puede “cerrar las heridas” facilitando a la justicia información para que los familiares sepan quién asesinó a sus esposos, padres o hermanos. Puedan perdonar o no, convivir o no, reconciliarse o no. Estos y otros más de 300 asesinatos terroristas sin resolver todavía pueden convertirse en objeto de pregunta para otros “arrepentidos” como Valentín Lasarte, Idoia López Riaño o Mercedes Galdós. En la mayoría de los casos, solo serviría para que sus víctimas podamos “pasar página”. No es venganza; se trata, sin más, de justicia.
Entretanto, tenemos que soportar que haya criminales dándonos lecciones de ética en las que dejan fuera a sus víctimas. ¿Dónde estamos los miles de desterrados de nuestra tierra? ¿Dónde aparecen los extorsionados, los amenazados? ¿Dónde aparecen los muertos, los heridos? ¿Dónde aparecemos los azotados física y psicológicamente por sus acciones contra objetivos estratégicos, perfectamente organizadas y planificadas?
En la próxima final de la copa del Rey entre el F.C. Barcelona y el Deportivo Alavés no habrá pancartas para que los desterrados podamos volver a casa. El Gobierno vasco seguirá olvidando a las víctimas del terrorismo que no estamos empadronadas en la C.A.V. El anteproyecto de ley “Operación Retorno de los perseguidos por ETA” seguirá en cajones perdidos de los grupos del Parlamento vasco. El apoyo del entorno del ‘todo’ seguirá enalteciendo a los asesinos, con el silencio cómplice del resto. En las ikastolas y facultades dependientes del Gobierno vasco se volverán a ver escenas de homenajes a criminales. En cada barrio y pueblo del Euskal Herria se pedirá la vuelta de pistoleros enfermos y luego, del resto.
Mientras todo eso ocurre, a algunos sólo nos queda la opción de acudir a especialistas a los que contarles, como en mi caso, que mi padre fue asesinado, que su asesino nunca fue juzgado, que hay quien me dice que pase página y cierre heridas, que olvide. ¿Qué me prescribe, doctor?