En este segundo taller con David Magán, retomamos el trabajo iniciado en la sesión anterior. Una vez que los triángulos estaban completamente secos, tras aplicarles dos capas de pintura, comenzamos retirando la cinta de carpintero para dejar todas las piezas listas. A continuación, dividimos al grupo en cuatro equipos, y cada uno recibió un tablero blanco de 1×1 metros sobre el que trabajar.
Antes de que cada equipo comenzara a componer, David les mostró distintas posibilidades de trabajo, proponiendo varios enfoques: partir de figuras geométricas, comenzar la composición desde el centro o desde las esquinas. Este ejemplo visual les ayudó a comprender las infinitas combinaciones posibles y a encontrar la inspiración para empezar.
Un aspecto fundamental del ejercicio era colocar los triángulos con la parte blanca hacia arriba, dejando los colores únicamente en los laterales. De este modo, se generaría un efecto visual especial, ya que los tonos pintados rebotan sobre el fondo blanco y crean una luz única, algo que David quiso que todos experimentaran durante el proceso.
El objetivo del taller era fomentar la creatividad y el trabajo en equipo, animando a los participantes a dejarse llevar y confiar en el proceso. Al principio se percibía cierta timidez, pero poco a poco fueron ganando confianza, proponiendo ideas y colaborando con entusiasmo. Fue muy bonito observar cómo se complementaban entre ellos, compartiendo opiniones y descubriendo nuevas formas de crear juntos.
Cada vez que terminaban una composición, hacíamos una fotografía del tablero, en la que podía apreciarse claramente ese juego de luces y colores tan característico. Aún no se ha elegido la composición final, pero el proceso en sí ha sido una experiencia de exploración, diálogo y creatividad colectiva, que refleja el espíritu de este proyecto.


























