El I Congreso de la Hispanidad se ha celebrado en la Casa de América de Madrid los días 4 y 5 de octubre. Inaugurado por los directivos de Denaes Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros y por los de la Fundación Villacisneros Iñigo Gómez-Pineda y Rocío Gómez-Pineda, el Congreso ha contado con la participación de relevantes personalidades y expertos en la Hispanidad.
La Hispanidad y lo hispano en los EEUU
La primera intervención corrió a cargo de Cesar Martínez, asesor político norteamericano y experto en voto hispano, que fue presentado por Daniel Ureña, presidente de Mas Consulting España. Martínez abundó en la importancia del crecimiento demográfico hispano en EE.UU., que hoy cuenta con 53 millones de hispanos y señaló Estados como Nuevo México (46% de hispanos), California (39%), Texas (37%), que cuentan con una presencia hispana prácticamente pareja a la anglosajona, así como ocho ciudades norteamericanas que cuentan con más de un millón de hispanos. Con todo, César Martínez reconoció que las segundas y terceras generaciones pierden el idioma español aunque también señaló que cada vez más norteamericanos anglosajones se interesan por él. Con respecto al lugar que ocupa España en el imaginario colectivo hispano-norteamericano, apuntaba una idea difusa, “no parece haber un registro claro”, circunstancia que entiende como una gran oportunidad para España y un camino a explorar.
Vertebración del continente en torno a la idea de Hispanidad
El expresidente de Uruguay Luis Alberto Lacalle, presentado por el periodista Carlos Cuesta, ofreció una extraordinaria disertación sobre la Hispanidad; conferencia muy apreciada por el público, que agradeció con prolongados aplausos. A la conferencia también acudió el actual embajador del Uruguay, D.Francisco Bustillo Bonasso.
Lacalle, que se honró de no tener “otra sangre que no venga de la Península”, señaló la lengua y la fe (“raíz judeo-grecoromana- cristiana”) como los dos caminos esenciales por los que ha transitado la idea de la Hispanidad. Una idea cuya ubicación geográfica comprende no sólo América, también las Filipinas, incluso algunas zonas de la actual Turquía. Lacalle explicó la idea de Hispanidad desde una perspectiva moral, a partir de una determinada cosmovisión que prioriza lo espiritual sobre lo material.
Después de la Reconquista, el mismo año de su consumación, “España encontró una empresa a su medida”. Una empresa que produjo “ejemplares humanos que nunca más se van a ver”. Citó la epopeya de Álvar Núñez Cabeza de Vaca y sus ocho años de camino por senderos inexplorados hasta llegar a México, y algunos otros ejemplos de conquistadores cuya dimensión humana calificó de “sobrenatural”.
“España en pequeño se trasladó allí, todo lo bueno, todo lo malo”, destacando entre lo primero el mestizaje, “consagración de su grandeza”. Después de las independencias (consecuencia, en parte, de haber heredado “lo peor de la Revolución Francesa”), el “común denominador siguió vigente” destacó Lacalle. La emigración de finales del XIX y principios del XX supuso una nueva conquista de América protagonizada por audaces conquistadores particulares que buscaban trabajar, inconformistas, “darwinianamente fue lo mejor que llegó” al Río de la Plata, la Argentina y el Uruguay. Ello vino a entroncarse con la abundancia, el espacio y la libertad americanos, produciendo una exitosa mixtura que situó a ambos países en cotas de crecimiento económico inéditas hasta el momento, continuó su brillante alocución el expresidente de Uruguay. Con todo, y después de glosar la épica conquistadora, Lacalle apuntó a Antonio de Nebrija como el gran triunfador del proceso iniciado en 1492: “después de todo, quedó la lengua española”. El expresidente lamentó la ausencia de unidad política y comercial entre los países hispanos y la influencia antihispánica del medio cultural, la tendencia a la tribu.
El idioma español en ambos lados del Atlántico
El real académico de la lengua Gregorio Salvador fue presentado por el periodista Gonzalo Altozano. Salvador advirtió del enorme caudal de “estupideces y falsedades que desde el año 92 llevamos oyendo sobre el mayor acontecimiento que haya tenido lugar en la historia de la Humanidad”. Y puso el ejemplo del escritor alemán Günter Grass, el cual, desde la tribuna del pabellón de España en la Exposición Universal en Sevilla, preguntó públicamente “qué era lo que merecía celebrarse de 1492”.
El académico aludió a un contraejemplo, una anécdota personal que contrastaba con la visión de Grass: coincidió en un vuelo con un muchacho belga que volvía de un largo viaje por América. Rebosaba entusiasmo por haber encontrado la misma lengua en todos aquellos países de gente distinta, de razas distintas, “eso le maravilló”.
La lengua se extendió hacia América, en lugar de hacia Europa como quería Carlos I. El académico señala la existencia de 4.000 ó 5.000 lenguas en la América precolombina, “eso les mantenía ignorantes de la grandeza del continente, prisioneros de la cárcel intangible que suponía tal gigantesco número de lenguas”. Hoy, por el contrario, América es el continente de mayor homogeneidad idiomática. Español, inglés y portugués articularon pueblos, etnias, razas y culturas. Hasta la llegada de los españoles a América nunca en la historia se había dado el hecho de que tantas naciones hablaran un idioma común.
Al contrario que otras lenguas de comunicación internacional, como el chino o el árabe, “el español es una lengua unitaria, perfectamente comprensible entre hispanoparlantes de cualquier lugar del mundo” señaló Salvador. Y no solo eso, Gregorio Salvador citó el concepto de Julián Marías “profundidad de la lengua” (hasta dónde se puede penetrar hacia atrás en el tiempo conociendo la lengua) para explicar lo inteligible del español medieval desde el español moderno. El académico describe al idioma español como multirracial y multiétnico, capaz de agrupar a una muchedumbre heterogénea. Por tanto resulta imposible alzarlo como propiedad de nadie, y es, por su propia condición histórica, una lengua internacional: “Nació en Castilla, pero fue de España, y lo he es hoy de gran parte de América”. El eje vertebrador que supone el idioma trasciende lo estrictamente lingüístico para instalarse en lo trascendente, en lo emocional. Salvador se refiere a uruguayos, mejicanos o colombianos com “compatriotas espirituales”.
“Geopolítica: las relaciones entre España e Hispanoamérica”
El vicepresidente de la Fundación DENAES Iván Espinosa de los Monteros, presentó en la segunda al experto en política internacional Florentino Portero. A través de un interesante recorrido por la historia de España, el ponente explicó las diferentes estrategias de política internacional que ha llevado a cabo España en su devenir histórico. Políticas, por lo general, discontinuas y en forma de zig-zag que han mermado la capacidad de influencia de España en el mundo.
Para Portero, el imperio arruinó el proyecto auténticamente español en tanto las energías políticas se orientaron más a Europa que a América. Con los Borbones se intenta ordenar la política interna. La Guerra de la Independencia no fue capaz de generar una España liberal, aunque su influencia intelectual sí creó el marco natural para que América abriera su propio camino. España asumiría su decadencia y con ella vendría la desmoralización. Portero aludió al concepto “recogimiento”, propio del gobierno de Cánovas, “que no es sinónimo de aislamiento”. La política de recogimiento implicó evitar compromisos que pudieran derivar en situaciones bélicas y con ellas un riesgo para la Monarquía. Con la crisis de 1898, España cree haber perdido el tren de la historia, y eso la lleva a volver la mirada hacia Europa, mas este proceso se verá truncado por los nacionalismos y su eclosión final en la I Guerra Mundial. Con la victoria del general Franco en la Guerra Civil, la política internacional española con respecto a Hispanoamérica trató de liberar al subcontinente de la influencia liberal para convertirlo en fascista y católico, una política “provinciana y cateta”, en palabras del profesor Portero.
EEUU saldría de la II Guerra Mundial como potencia mundial y España quedaría como un actor internacional al margen de los grandes proyectos internacionales. Acabaría refugiándose en el mundo árabe y en América Latina aunque esta situación poco a poco se iría suavizando. La Transición trajo una nueva visión europeísta, heredera del final del XIX (Giner y Ortega): España ha de integrarse en Europa y luego revisar su posición con el mundo árabe y los EEUU. La Transición aportó prestigio “y el prestigio genera autoridad” afirmó Portero.
Hoy España ha de promover la democracia en Hispanoamérica y las relaciones entre ésta y Europa. Para ello, las Cumbres Iberoamericanas ya no parecen útiles: “han dejado de tener mucho sentido porque ya han cumplido su misión, ahora hay que avanzar de otro manera”. El ponente señaló de igual modo la importancia del peso hispano en EEUU como una oportunidad para España y apuntó a Miami como “la capital económica del mundo hispano”. España habrá de buscar el nuevo eje económico mundial (Pacífico-Índico) a través de América. Para ello España deberá ser capaz de dotarse de una política exterior “en el amplio sentido de la palabra”.
Portero señaló como el mayor problema “que las Cortes no hayan sido capaces de establecer una idea común de España en el mundo”.
La configuración de la Leyenda Negra
El historiador Emilio Sáez-Francés presentó al Premio Nacional de Historia Ricardo García Cárcel, encargado de abordar la Leyenda Negra.
García Cárcel aludío a Juderías y su clásico sobre la Leyenda Negra, según el cual todos los países europeos han mirado históricamente mal a España como consecuencia de una distorsión interesada. La obra tuvo un enorme éxito y generaría tesis posteriores que vendrían a ratificar el discurso de Juderías. En los años 30 tiene una enorme proyección, y sobre todo durante el franquismo.
En el marco de la recién nacida democracia española, franceses e ingleses revisaron todos los tópico negativos y se pondrían en cuestión las viejas críticas. García Cárcel distinguió tres posibles actitudes con respecto a la Leyenda Negra: contagiados o autoflageladores (españoles que sádicamente dan la razón y amplían la crítica antiespañola), indignados o hipersusceptibles, y por último los libres, que buscan la desdramatización y acabar con lo que el profesor llama “crónica emocional de desamor” (¿qué hemos hecho los españoles para merecer esto?).
La incapacidad para elaborar un discurso favorable a España ha sido, a juicio de García-Cárcel, una constante que ha contribuido a asentar la leyenda negrolegendaria. Una leyenda formulada en base a cuatro ideas básicas: La inquisición (“un presunto invento hispánico”), el integrismo de Felipe II, un discurso antropológico sobre el carácter español repleto de tópicos: religiosidad, pereza, violencia, inutilidad de un desfasado código del honor, crueldad, y por último, el papel de España en América: la llamada “tesis homicida”, el supuesto “expolio económico” y la minimización de la épica de la conquista (ésta habría sido el fruto del azar o de la desintegración indígena previa).
El profesor distingue cinco etapas en la elaboración y difusión de la Leyenda Negra. Una primera con Felipe II, acuciado por el lobby protestante, una segunda ofensiva en 1640, una tercera durante la segunda mitad del XVIII (ilustrados franceses), una cuarta etapa ubicada en el Romanticismo de la primera mitad del XIX, y por último, la relativa al Franquismo y su aislacionismo. Hoy las críticas afectan a todos los países mediterráneos, con lo que España se libera de cierto peso condenatorio, además, se ha cambiado la naturaleza de las críticas: ahora se orientan casi exclusivamente hacia la política económica. Con todo, apuntó García-Cárcel, “el auténtico problema es el de la autoestima nacional”. El lastre de la autocrítica, la excesiva dependencia de la opinión ajena, “la idea del proyecto inacabado hace mucho daño. La imposible conciliación entre el singular y el plural. Hace un daño penoso”. Por último, el autor alude a lo que él llama fracasología: los españoles somos expertos en movernos en el mundo del fracaso, un fracaso contrapuesto al sueño de lo que pudo ser y no fue.
Presencia, Inversión e imagen de España en Hispanoamérica
Javier Ortega, portavoz de la Fundación DENAES, presentó a Carlos Espinosa de los Monteros, Alto Comisionado para la Marca España, que ofreció la conferencia de clausura del Congreso.
Espinosa de los Monteros, centró su intervención en el aspecto económico de las relaciones entre España e Hispanoamérica, destacó el esplendor del subcontinente durante la última década mientras el resto del mundo padecía una grave crisis económica. Hispanoamérica (junto con China), al contrario que en otras décadas, ha sabido aprovechar el ciclo favorable de las materias primas en el mundo convirtiéndose en un atractivo destino para los capitales extranjeros, que han invertido 175.000 millones de dólares en los últimos diez años.
Espinosa de los Monteros expuso que España empezó a ser un inversor en Hispanoamérica en el año 93. En el 90 700 empresas españolas tenían sede allí, hoy son 2.800, principalmente en sectores como las finanzas y los seguros, telecomunicaciones, empresas de electricidad, gas y agua, y extracciones petrolíferas. “Somos el primer inversor europeo. El 14% de la inversión en Hispanoamérica es española”, y el segundo país del mundo después de EEUU. Últimamente, apunta el Alto Comisionado de la Marca España, se produce también una inversión inversa: capital americano apuesta por España, que es el segundo destino de inversión después de Portugal. El aspecto negativo es el comercio exterior, que Espinosa de los Monteros califica de “decepcionante” por su escasísimo volumen entre las dos zonas.
Sobre la imagen de España en Hispanoamérica, el ponente señaló que “es muy diversa y heterogénea según países y niveles educativos”, pero en cualquier caso “es mucho mejor de la que tenemos los propios españoles. Nadie tiene peor imagen de España que los españoles. Todos los sondeos lo ponen de manifiesto”. Por países, España tiene una imagen muy buena en Puerto Rico, Cuba o Centroamérica; entre buena y muy buena en México, Panamá, la República Dominicana, Chile, Uruguay y el Perú; y entre regular y mala en Bolivia, Argentina y Venezuela. En estos dos últimos países, la imagen de España se ha visto condicionada en los últimos años “por sus respectivos gobiernos”.
Desde Marca España, el objetivo es hacer de España un país “tradicional y moderno”, solidario (sin convulsiones sociales a pesar de la crisis, primer donante de órganos y gran colaborador en los programas de cooperación internacional). El valor del talento es otro de los atributos que desde Marca España quieren vincular al país, un talento que se manifiesta en múltiples ámbitos: deportivo, cultural, gastronómico. Y el último valor: un país flexible que sabe adaptarse a los tiempos.
Para finalizar, Espinosa de los Monteros expuso algunos aspectos en los que España tiene aún mucho camino por recorrer: el aprovechamiento de un idioma compartido con 500 millones de personas, la mejora de los flujos comerciales y el progreso en los intercambios culturales e intelectuales entre estudiantes y profesionales de uno y otro lado del Atlántico.
Santiago Abascal, presidente de DENAES y Rocío Gómez Pineda, directora ejecutiva de la Fundación Villacisneros clausuraron el Congreso, agradeciendo el éxito de asistencia y la participación desinteresada de los ponentes y emplazando al público a la próxima edición del Congreso de la Hispanidad.