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El pasado fin de semana del 18 y 19 de octubre se celebró la Convención Europea de One of Us en Santiago de Compostela, cuya presentación se hizo en París en febrero de este mismo año. Se trata de una plataforma integrada por intelectuales, filósofos, historiadores, científicos, bioeticistas, abogados y periodistas que pretende en el ámbito prepolítico y de carácter cultural contribuir a la recuperación moral positiva europea restableciendo sus principios y sus valores

No se trata de ningún proyecto político, no tiene esa vocación, lo único que pretende es impedir que la moda dominante consiga destruir los valores de la civilización cristiana. Unos valores que son la base de nuestra cultura, que nos han forjado como sociedad a lo largo de los siglos. Hoy padecemos una dictadura del relativismo que campa a sus anchas, es una corriente que todo lo inunda y de la cual es muy difícil sustraerse. Fruto de ese relativismo vivimos la destrucción del orden moral, cultural y social de origen cristiano.

La pregunta es, ¿por qué hoy resulta tan difícil que nuestras ideas y convicciones tengan un hueco en los medios de comunicación?¿Por qué hoy defender la vida desde su concepción, preservar y fortalecer la familia basada en el matrimonio hombre mujer, proteger la libertad de los padres para procurar la formación integral de sus hijos, promocionar la natalidad, concienciar sobre el invierno demográfico, hablar de la nación española, afirmar la libertad de pensamiento, expresión y educación, son temas, prácticamente inabordables, se consideran retrógrados, y fuera de lugar?

Y no solo es difícil conseguir eco mediático sino que además quienes ponemos sobre la mesa de debate estos temas somos tildados de fachas, antiguos, reaccionarios, cuando no de ridículos, inoportunos y extemporáneos.

En una de las conferencias organizadas por la Fundación Villacisneros, el CEU y la Fundación Valores y Sociedad uno de los ponentes, destacado dirigente político, en relación con el tema del aborto dijo” se trata de un tema de plazos y supuestos, que los políticos son políticos y no los padres espirituales de nadie” y por supuesto que lo que se establece está dentro de los baremos de todos los países de nuestro entorno” Y ya está, reducimos el derecho a la vida a un tema legal y nos amparamos en que el resto de Europa hace lo mismo. Tema zanjado. Eso es lo políticamente correcto, lo aceptado mayoritariamente, en apariencia, no hay confrontación ni debate, asumimos esos planteamientos y los terminamos interiorizando como propios. Cuando todos sabemos que el aborto es un crimen infame, punta de lanza para erradicar la cultura cristiana en Europa.

Por eso una iniciativa como One of Us es tan imprescindible, es urgente abordar el debate cultural, aportar criterio, datos, opiniones diferentes, ideas profundas lejos de los eufemismos y las manipulaciones al servicio de intereses inconfesables. Fruto del trabajo de One of Us, con sus conclusiones y líneas de actuación, tenemos que levantar la voz, ir a contracorriente, sacudirnos la desidia, no censurarnos a nosotros mismo, y tener el valor de defender aquello en lo que creemos.

Como muy bien dice Jaime Mayor Oreja cuando se pierden los valores el primer valor que se pierde es el valor o la valentía de hacer lo que nos corresponde hacer, de estar vigilantes para intentar mejorar la sociedad. No debemos permitir que la comodidad embote nuestra conciencia hasta no distinguir el bien de mal, lo cómodo de lo difícil. En esta parte de Europa, tenemos todo en contra, los medios de comunicación, casi todos los partidos políticos, … pero eso no debe desanimarnos, debe ser un acicate, un aliciente para perseverar, para levantar la voz y agruparnos y hacer fuerza.

Hemos construido un cuadro de falsos nuevos derechos, como el aborto, la eutanasia, el cambio de género o la maternidad subrogada. Jaime Mayor Oreja, presidente de ‘One of Us’

Quizá este ejemplo no sea el más adecuado, ni el más preciso, pero en los años más duros del terrorismo de ETA y de la imposición hegemónica del nacionalismo, los que entonces éramos constitucionalistas lo que hicimos fue unir fuerzas, sumar esfuerzos para la defensa de unos principios básicos, la derrota de ETA y la defensa de la libertad. No fue tarea fácil, fueron tiempos muy complicados, nuestra “oferta política” iba totalmente contra corriente y teníamos además no solo la amenaza terrorista, sino que sufríamos su existencia (mataban periodistas, jueces, políticos,…) el ambiente era de miedo y terror, pero nos animaba saber que hacíamos lo correcto que defendíamos aquello en lo que creíamos y creíamos aquello que defendíamos.

Llegamos a crear una plataforma cívica que aglutinaba a personas de diferentes ideologías y planteamientos, con el triple propósito de oponerse al terrorismo en cualquiera de sus formas, apoyar a sus víctimas y defender el Estado de Derecho, la Constitución Española y el Estatuto de Autonomía del País Vasco. Esta plataforma que creamos se caracterizaba por su carácter activista, puesto que no solo defendíamos los mencionados ideales, sino que también los promovíamos mediante la convocatoria de manifestaciones y actos de protesta.

Ya se que no hablamos de lo mismo, pero hoy tenemos también una moda dominante, entonces nacionalista, que no es neutral con los valores cristianos europeos (entonces defensa de España y Constitución) tratan de reemplazarlos y destruirlos. Entonces también una minoría hizo frente a lo políticamente correcto, a la moda dominante,

Entonces no nos quedamos encerrados en casano nos resignamos y nos rebelamos contra ese nacionalismo hegemónico. Esta plataforma hace un poco lo mismo, se rebela frente a la moda dominante, parece que somos una minoría, pero representamos a millones de europeos a los que damos voz y representamos.

De aquellos años extrajimos estas enseñanzas: en la vida hay que ser coherente y honesto con uno mismo, defender aquello en lo que uno cree y hacerlo con todas las consecuencias. Para mi, y para otros muchos compañeros, hubiera sido mucho más fácil no significarnos y mimetizarnos con el nacionalismo hegemónico, moda dominante en el País Vasco, y la opción políticamente correcta.

Estamos inmersos en una brutal dictadura ideológica, la dictadura del relativismo.

Reivindico y reivindiqué entonces el derecho a existir (no éramos nacionalistas, ciudadanos de segunda) pensar y actuar de manera diferente, aunque fuésemos minoría. A defender aquello que estaba en los más profundo de nuestras convicciones. No tienen derecho a hacernos callar, ni como en el caso extremo del País Vasco, con amenazada de muerte.

Creo que hay que decir, por encima de conveniencias del tipo que sean, la verdad por dura que esta sea y aunque no agrade escucharla por incomoda o inoportuna. Debemos denunciar que estamos inmersos en una brutal dictadura ideológica, la dictadura del relativismo.

Y ahora añadimos a esto la complicación de poder comunicarlo. Es verdad, somo todos muy conscientes, de la dificultad que entraña en estos momentos poder comunicar nuestras ideas, nuestros principios. No están de moda, no interesan, es un esfuerzo titánico, sobrehumano, conseguir tener eco en esta sociedad. Vamos claramente a contracorriente, y nos convertimos incluso en “sospechosos” por tener ideas propias. La izquierda se ha adueñado del discurso cultural, ellos han patrimonializado los temas que les interesan y los demás solo podemos o sumarnos a sus planteamientos o convertirnos en enemigos del status quo, por lo tanto, en fachas, reaccionarios, y adversarios a los que hay que silenciar. Pero la dificultad no debería llevarnos a la resignación.

Contamos en este foro pensadores, intelectuales, filósofos, escritores, profesores… En Santiago estuvo representado lo mejor de la intelectualidad europea. No podemos desaprovechar tantísima riqueza cultural. Nos toca levantar la voz y denunciar que el rey está desnudo.

Dar testimonio de lo que somos

Tenemos la obligación de unirnos, de agruparnos, no podemos encerramos en nosotros mismos o en nuestros claustros particulares, es fundamental que hagamos equipos, que nos organicemos, que colaboremos unos con otros (los políticos lo hacen para conseguir el poder, nosotros queremos conseguir una sociedad mejor). Es verdad que de manera individual es difícil que se oiga nuestra voz, pero si alzamos la voz al unísono podremos ser ensordecedores. Tener un intelectual como Rémi Brague es un privilegio, pero él solo no podrá hacer nada, es necesario que más intelectuales, más filósofos, más profesores, más escritores conformen unidos un grupo compacto y cohesionado por una misma concepción de la naturaleza y de la dignidad humana.

Además de unirnos y agruparnos debemos dar testimonio de lo que somos. No podemos ni debemos avergonzarnos de nuestro ser cristiano, de nuestras raíces, no debemos dejarnos llevar por la secularización interna ni por nuestra crisis de identidad, tan acorde con los tiempos que vivimos. El relativismo moral que padecemos nos arrastra a todos, un relativismo que quiere destruir todos los valores que encarna la cultura cristiana, la familia, el derecho a la vida, el compromiso, la obligación, la idea de nación, todo lo que nos ha hecho ser lo que somos a lo largo de los siglos.

Debemos dedicar el tiempo que se merece a dar ejemplo, a trabajar en lo que creemos. La moda dominante es potente, intentar pararla exige esfuerzo, tiempo, y dedicación. Nadie ha dicho que la tarea sea fácil ni sencilla, pero lo que sí que tengo claro es que es apasionante y enormemente gratificante.

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