Los participantes coinciden en que la posverdad sustituye los hechos por los sentimientos
La Fundación Villacisneros ha organizado una jornada de trabajo sobre la Posverdad, su significado e influencia en la sociedad. Esta jornada se engloba en el marco de los Foros de Pensamiento que organiza periódicamente la Fundación Villacisneros con la finalidad de analizar en profundidad asuntos clave de la actualidad. En esta ocasión han participado como ponentes Juan Van Halen, escritor y académico correspondiente de las Reales Academias de Historia y Bellas Artes de San Fernando, Álvaro Delgado-Gal, doctor en Filosofía, escritor y periodista y Jose María Marco, doctor en Literatura y licenciado en Filología Hispánica, escritor y colaborador de numerosos medios de comunicación.
Hermann Tertsch, coordinador de los Foros actuó como moderador introduciendo el debate sobre lo que considera base de la posverdad: la pérdida de importancia de los hechos frente a la evocación sentimental que provocan. “Se trata de una enorme trampa que quita los elementos básicos del debate, del intercambio de información y de la comprensión de la realidad”, afirmó. Hoy en día mucha gente cree que existen realidades distintas de las que son porque el cuestionamiento de los hechos es ya un fenómeno perverso y peligroso que se ha asentado en la sociedad.
Por su parte, José María Marco indicó que la palabra posverdad es antigua aunque ha vuelto con fuerza porque se trata de una forma nueva de vivir la información que ha roto los canales habituales y se ha saltado los filtros. En su opinión este fenómeno está muy relacionado con internet y las redes sociales ya que una persona aislada se puede convertir en un influenciador muy rápidamente. “Se trata de una situación nueva de relación de la opinión pública con la esfera política que materializa la utopía antiaurtoritaria. Ya no hay barreras ni jerarquías. Internet proporciona enormes posibilidades expresivas, nuevos canales de información. Sin embargo, en lugar de la racionalidad se están potenciando las emociones, en lugar de que se asiente la verdad, se propagan las mentiras, en lugar de la búsqueda de información aparecen los algoritmos que provocan burbujas de información y un mundo muy segmentado. El resultado es que ya no importa la verdad, sino la manipulación de la opinión pública. Todos quieren tener el control aunque ya nadie lo tiene por completo. Los movimientos populistas, reflexionó Marco, buscan la seducción a través de la emoción, algo que siempre ha existido, como bien nos recuerda Maquiavelo que era partidario de la mentira para alcanzar un fin político. José María Marco finalizó su intervención realizando un repaso histórico de cómo se inició el relativismo con la crisis del 98 y el surgimiento de los nacionalismos.
A continuación tomó la palabra Álvaro Delgado-Gal quien quiso matizar que una cosa es mentir y otra negar que la verdad existe porque en ese caso tampoco existe la mentira. En el ámbito político consideró que nos enfrentamos a un universo en el que no hay objetos sino construcciones, ficciones para conquistar la hegemonía social, para asaltar el poder. Delgado-Gal consideró que este objetivo, hoy en día y también en el pasado, admite toda clase de técnicas y que los agitadores revolucionarios utilizan al “pueblo” como una construcción para lograr sus fines. Tras señalar que el movimiento fascista que encabezó Mussolini ejemplifica perfectamente lo que significa la posverdad, citando una de sus premisas “El movimiento es la ilusión de que el movimiento existe”, realizó un repaso de las filosofías que a lo largo del siglo XX se han alimentado de la posverdad, casi siempre desde un pensamiento revolucionario de izquierdas. Delgado-Gal afirmó que el espacio de la social democracia lo ocupa hoy el centro derecha y la izquierda se encuentra dedicada a cultivar la revolución “etérea” en las universidades, que es de donde ha surgido el populismo actual y cuya posverdad pretende desestabilizar el sistema. Y advirtió del peligro de que no se acepten las constricciones, la ley y las reglas del juego. “Hay que aceptar las derrotas y discutir con lógica y sin contradicciones”, finalizó.
Juan Van Halen coincidió en la definición de posverdad realizada por sus predecesores en la palabra y señaló que las mentiras, los bulos, las falsedades pueden provocar consecuencias gravísimas. Mencionó el hecho ocurrido en 1834 de la propalación del rumor de que el clero había envenenado las fuentes públicas en Madrid y como aquello provocó una matanza de religiosos. Afirmó también que la posverdad está íntimamente ligada con la manipulación y coincidió con José María Marco en el papel determinante que juegan las redes sociales al permitir opinar sin contrastar. Destacó que en muchas ocasiones no se llega al fondo de las informaciones y por tanto estas son sesgadas o se ponen etiquetas a determinadas organizaciones o personas de las que después resulta muy difícil sustraerse. Mencionó el caso de la guerra de Iraq y el desconocimiento acerca de que España no participó sino que acudió a apoyar en la posguerra. Con respecto a la situación actual en Cataluña, afirmó que lo que se vive allí es una posverdad de principio a fin, todo basado en hechos mentirosos aceptados por sentimiento y emoción por un colectivo muy importante que busca la secesión. No importa que nunca haya existido una guerra entre España y Cataluña ni que Casanova fuese un patriota español que apoyaba a los Austrias frente a los Borbones en una guerra de Sucesión, no de Secesión; ni que Cataluña jamás haya sido un Reino independiente, solo importa la verdad inventada que se quiere imponer. Van Halen consideró, en referencia a este asunto, que en situaciones críticas no se puede eludir la toma de decisiones.
El moderador, Hermann Tertsch tomó nuevamente la palabra denunciando que para construir la historia desde la falsedad se están destruyendo documentos, tanto sumarios de asesinatos terroristas que se expurgan como legajos del archivo de Salamanca que se entregaron a la Generalidad y están desapareciendo.
A continuación se estableció un coloquio con los participantes en el seminario. Inició el turno de intervenciones Gonzalo Ulloa, presidente del movimiento Queremos quién remarcó que la civilización cristiana está siendo atacada aunque nadie lo quiera reconocer y lanzó a los ponentes la pregunta de cómo se puede defender la verdad, a lo que José María Marco respondió que contándola, descubriéndola y proporcionando a la sociedad los elementos informativos suficientes para que pueda tener capacidad de análisis y crítica.
Por su parte, Álvaro Delgado Gal se preguntó porqué partidos que impugnan sistemáticamente la verdad pueden ser muy votados y constató que los custodios del orden no cumplen con su cometido, acusando directamente al partido en el Gobierno de haber mentido como única salida para no perder el poder. También afirmó que a la hora de votar, la gente está enfadada y vota a la contra. Sin embargo, él considera que no existe una oferta política perfecta y que por eso hay que votar al “mal menor”.
Juan Van Halen puso el foco en la corrupción y señaló que en democracia siempre ha existido. Hermann Tertsch le apostilló que antes existían códigos y alternativas de gobierno pero que desde el año 2004, con la llegada de Zapatero al poder, se destruyó el concepto de reconciliación nacional y se planteó el objetivo de expulsar del sistema a uno de los principales partidos. Acusó de inanidad, de dejación y dolosa pasividad a la derecha ante esta situación y lamentó que los discursos se han convertido en líquidos. En opinión de Tertsch , en este momento no existe base para recuperar consensos.
Iñigo Gómez-Pineda, presidente de la Fundación Villacisneros tomó la palabra para hacer una reflexión sobre la forma en que la gente se hace opinión de los asuntos de actualidad y consideró que es fundamentalmente a través de lo que lee y de lo que ve. Por eso le parece clave que los periodistas y los políticos hablen con conocimiento de causa porque ellos tienen la responsabilidad de formar opinión.
La respuesta de Álvaro Delgado-Gal a este planteamiento fue que en España los estándares de los medios de comunicación son bajos y que las tertulias son un formato perverso porque se improvisa. José María Marco no compartió esta opinión ya que considera que las tertulias constituyen un entretenimiento aunque reconoció que en general la opinión pública es ruidosa e inconsistente, mientras que Juan Van-Halen señaló que el de tertuliano es un mal oficio y resaltó que son siempre las mismas personas las que van de cadena en cadena y de emisora en emisora.
Mariano Calabuig, presidente del Foro de la Familia resaltó la importancia de que la sociedad civil se mantenga activa, tenga peso específico en ámbitos educativos como los colegios públicos, los institutos y la universidad y ayude a formar a las personas. A lo que Delgado-Gal respondió que la derecha no se preocupa por el mundo de las ideas y que en general la sociedad civil tiene muy poca voluntad de intervenir en la vida pública.
Nerea Arzola, que fuera concejal del PP en Vizcaya mostró su preocupación por la historia que se va a enseñar a las generaciones venideras, especialmente respecto al País Vasco y se preguntó porqué los partidos construyen constantemente posverdades y hacen que se tambaleen los conceptos del bien y del mal cambiando sus posiciones a conveniencia. Arzola puso el ejemplo concreto de la Vía Nanclares que excarcela terroristas sin que cumplan sus condenas íntegramente y que ha sustraído la justicia objetiva que se debe aplicar en un Estado de Derecho por intereses nada éticos.
Por su parte, Ana Velasco, miembro del patronato de la Fundación, preguntó a los ponentes si consideran posverdad que se contribuya a construir o a hacer crecer determinadas opciones políticas para así debilitar y dividir a los adversarios y porqué preocupan tanto determinados populismos de izquierdas y otros, como el del País Vasco con las connotaciones de justificación del terrorismo que conllevan, ya no importan a nadie.
Todos los participantes en el foro coincidieron en que existe un riesgo real de manipulación de la historia y en que la posverdad se utiliza contra aquellos que quieren decir la verdad.
Para finalizar, Juan Van- Halen se preguntó por qué no se ha derogado aún la Ley de Memoria Histórica que pretende destruir el espíritu de la transición y advirtió de que la Constitución fracasa porque los partidos nacionales prefieren pactar con los nacionalistas en lugar de entre ellos, como deberían, por el interés general de España. Hermann Tertsch ahondó en esta idea advirtiendo de que es una ingenuidad creer que se puede contar con la lealtad de los nacionalistas.