Esta mañana ha fallecido José Ignacio Nicolás-Correa, mi amigo Josechu, su muerte, pese a ser esperada, me ha causado un impacto tan hondo que he creído un deber dedicarle este recuerdo. No serán estas líneas un obituario al uso, quiero tan solo dejar testimonio de alguna de las virtudes que acompañaron su vida y que he tenido ocasión de conocer, especialmente, a través de su relación con la Fundación Villacisneros.
Recuerdo la última vez que nos vimos en la conferencia que celebramos el 23 de abril. Un coloquio profundo sobre la Segunda República, un periodo de España que le interesó hasta el punto de dedicarle su tesis doctoral. Porque Josechu no era solo licenciado en Derecho y diplomado en asesoría fiscal por el IESE, no era solo el reconocido empresario de éxito, presidente del Grupo Nicolás- Correa, Hiperbaric o Sancor Capital, era también, quizá sobre todo, un apasionado de España y de su Historia. Interés que le llevó a completar, ya con unos años, la carrera de Historia y recientemente a la obtención del doctorado, con una tesis transformada después en libro, “La Segunda República, origen de la guerra civil. Por qué el sectarismo alentó la tragedia”, que tuve la satisfacción de ayudar a presentar el 9 de abril.
Josechu llegó feliz a la presentación de su obra, me atrevo incluso a decir que le hizo tanta o más ilusión que la creación de alguna de sus empresas. La presentación, a cargo del director de “El Debate”, se celebró ante un auditorio abarrotado por su familia y amigos a los que después, tan satisfecho como agotado por el avance de su enfermedad, fue dedicando pacientemente con su firma, ejemplares de su libro.
Si su vida profesional es un ejemplo del carácter que necesitamos en este momento, su amor a España y el compromiso en su defensa, le convierten en el tipo de español que España necesita. Un español orgulloso de serlo, dispuesto a dar todas las batallas para conocer y defender nuestro pasado, asegurar el presente y garantizar el futuro de nuestra nación. Dispuesto siempre a poner su tiempo y su dinero al servicio de su país para mejorar la patria recibida y hacerlo además hasta el último aliento. Los dos últimos años, herido ya por la enfermedad, continuó viajando al extranjero sin desfallecer, sin descuidar jamás sus obligaciones, aunque ello supusiera el esfuerzo de ir a China, Estados Unidos o cualquier otro lejano lugar. Y no solo eso, su carácter emprendedor continuaba imparable, hace unos meses me contaba en una comida, su última aventura empresarial para convertirse en uno de los mayores productores de pistacho en España. Genio y figura.
Termino ya. Conocía de tu fe católica profunda y has sido de aquellos que, lejos de enterrar temeroso sus talentos, los pusiste a producir ¡Y de qué manera además!, por eso estoy convencido de que tienes sitio reservado en el Cielo. Acabo dando gracias por haber tenido la suerte de conocerte, y debes saber que, aunque estés arriba, una parte de ti se queda entre nosotros como ejemplo para construir una España mejor.
Iñigo Gomez-Pineda Goizueta
Presidente Fundación Villacisneros