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Reproducimos el ejemplar discurso que pronunció la presidenta de la Fundación Gregorio Ordóñez, en el acto de entrega del premio de la Fundación Gregorio Ordóñez al exministro del Interior francés Manuel Valls.

 

En el discurso que pronuncia Manuel Valls el 23 de agosto de 2012, para honrar la memoria de los policías franceses muertos durante la liberación de París, el entonces ministro del interior francés afirma que la Historia no es sólo la sucesión de grandes momentos, es también la suma de recorridos individuales. Nada sería igual hoy en el País Vasco, después de 58 años de terrorismo que se cumplirán en junio de este mismo año con la efeméride del asesinato de la niña Begoña Urroz. Nada sería igual sin la suma de recorridos ejemplares de muchos hombres y mujeres, algunos estáis hoy aquí. Ni nada es igual, después del destrozo que ETA ha causado en todos los colectivos humanos posibles del País Vasco, entre periodistas, políticos, profesores, magistrados, policía y guardia civil, bajo la fría e impasible mirada de las instituciones vascas gobernadas por el PNV.

Nada sería hoy igual en Euskadi, en España, sin vuestra voz, sin vuestra decidida reivindicación de libertad. Sin la voz de Manuel Valls, pero también la de Mikel, la de Consuelo, la de Aurora, la de José Luis, la de Carlos, Santi, Chelo, la de Rubén, la de Jaime, de la María, Josu, Cristina, Rosa, la de José María. Nada sería igual sin el decidido apoyo que nos brindó -que nos regala todavía hoy- el entonces presidente del Gobierno José María Aznar. Sin la legislación que promovió. Sin su lealtad constitucional. Nada sería hoy igual. Tan importante como recordar a quienes hoy nos faltan es agradecer con toda mi admiración y desde mi más profundo respeto, el decidido compromiso a pesar del alto coste personal que para muchos vascos tuvo, y tiene, enfrentarse al nacionalismo. Este es un buen momento para hacerlo, para daros las gracias, el día en que otro español, aunque naturalizado francés, D. Manuel Valls, recibe el premio Gregorio Ordóñez.

El ejemplo de Manuel Valls nos anima en la auténtica reivindicación de libertad y de democracia. Treinta años después del primer asesinato de ETA, un lazo azul se convierte en símbolo de reivindicación de libertad; un lazo azul que muchos de vosotros empezasteis a colgar de vuestras solapas tras el secuestro del ingeniero Julio Iglesias Zamora en 1993. Un lazo azul con el que algunos ciudadanos vascos -ojalá hubieran sido muchos más- os rebelasteis frente al peor de los secuestros, el secuestro ideológico al que el nacionalismo gobernante pretendía someternos. Un lazo azul que nos identificó a los demócratas durante décadas frente a la bestia del terrorismo etarra. La mayoría, vascos no nacionalistas. Muchos de los que estáis hoy aquí lo sabéis bien. Apuntar en la pizarra de clase los días que un ciudadano inocente llevaba secuestrado por ETA.

Asistir a una concentración silenciosa en protesta tras un atentado de ETA. Ser juez. Policía, profesor o guardia civil. Militar, empresario, periodista o político no nacionalista, o simplemente, ser familiar de una víctima de ETA, comprometerse con asociaciones y colectivos contra eta y contra el nacionalismo. Todo esto puso en la diana de ETA a más de 40.000 ciudadanos no nacionalistas en Euskadi que, a pesar de la amenaza, se mantuvieron firmes en la defensa de la libertad de todos nosotros, desde la dignidad. Hoy esa reivindicación de libertad debe ser más exigente que nunca. Más activa que nunca. Por supuesto y muy especialmente en Cataluña pero también aquí, en el País Vasco. Allí donde el nacionalismo consentido y mimado de este país utiliza las instituciones del estado para reivindicar su fantasía y poner la casa patas arriba, y lo que es inadmisible en cualquier Estado de Derecho, para imponer una ilegalidad; la tribu nacionalista catalana ha pervertido la esencia de la reivindicación de libertad y la ha convertido en una triste farsa, un motín de bucaneros; una nueva horda insolidaria cuyo símbolo de valentía y de identidad es un nuevo lazo, el lazo amarillo, el lazo de la ruptura, del delito, del desafecto, de la sedición. La palabra libertad en sus bocas tiene el mismo efecto que la palabra paz en boca de Arnaldo Otegui.

El nacionalismo catalán sólo está siendo capaz de atraerse y alimentar a la parte más insolidaria de su comunidad. Sus líderes son un puñado de niños mayores metidos en asuntos de estado, sin más objetivo que apremiar a la exaltación de la tribu. Nos previene sobre esta nueva clase de políticos el filósofo alemán Sloterdijk: “el arte de la política ha dejado de ser el arte de lo posible, dominado como está por “psicópatas haciendo el papel de impulsores del estado, que tienen la oportunidad de organizar confusiones colectivas” España no puede permitirse esta nueva confusión colectiva. A tanto niño metido a político, a tanto psicópata, sólo una cosa parece devolverles a la realidad. El estado. La ley. Y desde luego, más gobierno. La tensión nacionalista sólo provoca exaltación cuando no tiene contrapunto y sabemos que es difícil, pero no imposible, combatirla con gestión y acción políticas. Su falta de ideología es un arma de doble filo. Habrá que combatirla de la única manera posible: con el estado de derecho, con la razón democrática, permaneciendo solidarios y leales al proyecto común que nos ampara, que es la Constitución.

Es necesario hoy de nuevo que nuestras fuerzas políticas con el gobierno a la cabeza asuman la responsabilidad de defender la concordia frente a los nacionalismos rupturistas. Sin concesiones ni complejos. Explicando el valor de nuestra constitución, su importancia, el coste que ya ha tenido para este país y que se resume en 858 víctimas de ETA. Toda Europa nos mira, se pregunta qué va a hacer España, cómo va a responder este Gobierno a la tensión de los nacionalismos. Sólo tenemos una manera saludable de hacerlo. La tensión nacionalista debe enfrentarse con tensión democrática. No es la hora de los partidos. Es la hora del esfuerzo colectivo con un fin común, el estado de derecho.

La voz del propio Ordóñez, como la definió la periodista Chelo Aparicio, fue una voz libre. Los valores y principios que defendió y le costó la vida hacerlo –honradez, integridad, lealtad, esfuerzo, servicio, patriotismo sin aspavientos ni complejos- no son patrimonio de nadie. Son universales. Trascienden las siglas de su propio partido. ¿Qué sentido tiene enjaular al pájaro que siempre ha querido ser libre? Que nadie pretenda hacerlo. Querida vicepresidenta, miembros del Gobierno, representantes políticos, ¿creen ustedes que ejercer la política en los años ochenta y noventa aquí en Euskadi era más fácil de lo que ahora es? ¿Creen ustedes que a pesar de la presión nacionalista, de la amenaza directa de ETA, Gregorio Ordóñez restaba tensión a su discurso? ¿Cómo creen que Gregorio fue capaz de sumar y sumar votos para el proyecto político que hoy gobierna en España? ¿Desde el complejo? ¿El miedo? ¿Los prejuicios? Les recuerdo a todos ustedes que Goyo entró en política para generar tensión, no para traer paz y amor. Para eso ya teníamos al PNV y Goyo siempre quiso ser su versión mejorada.

El nacionalismo es la guerra, dijo en su día Mitterrand, palabras hoy secundadas por Manuel Valls. Aquí en Euskadi se hizo terrorismo. ¿No creen ustedes que ya va siendo hora de hacer política con una nueva pulsión que empiece por dejar claro cuáles son los intereses de España y sacudirse prejuicios? ¿No creen ustedes que ya va siendo hora de poner en su sitio a los nacionalismos y muy especialmente aquí, en Euskadi, donde el relato de lo sucedido durante cincuenta años de dictadura terrorista se pervierte en favor de los asesinos y sus cómplices? ¿No creen ustedes que ya va siendo hora de dejar claro que éste debe ser un país de ciudadanos en igualdad de derechos y obligaciones y que para ello hay que terminar con los privilegios que los sucesivos gobiernos han ido pactando con los gobiernos nacionalistas? ¿No creen ustedes que este país no puede ser suelo para artesanos de la paz ni de la puntilla belga, ni para mediadores de tres al cuarto que han hecho de la negociación un más que lucrativo negocio? ¿No creen ustedes que hace falta más tensión por parte de este Gobierno para aislar y terminar con listas contaminadas por el proyecto político de ETA, se llamen Bildu se llamen como se llamen? ¿No creen ustedes que si añadieran más tensión suprimiendo no sólo a corruptos, sino también a los herederos de eta-HB-Bildu de listas y organismos estatales y autonómicos, este Gobierno favorecería una atmósfera más descontaminada, por así decirlo, más democrática? ¿No creen ustedes que es necesaria una mayor vigilancia ante los flagrantes casos de enaltecimiento de terrorismo que siguen convocándose en España?

Más tensión democrática es lo que necesita este país para enfrentarse a los nacionalismos. No quiero el final ordenado que promulga el Plan de Convivencia del Gobierno Vasco porque entre otras cosas, sólo de sociedades ordenadas surgen banalidades como el chocolate y el reloj de cuco, lo que en Euskadi se resumirá en acuerdos en materia penitenciaria y en planes de reinserción, acercamiento de presos…. Más tensión para poner luz en los más de 300 casos de asesinatos de ETA sin resolver. Un ruego importante, para terminar. Algunos familiares de víctimas queremos una sola lista, vicepresidenta. Una sola lista en la que aparezcan exclusivamente las víctimas de ETA. Ni vulneraciones de derechos humanos, ni violencia de Estado, ni experiencias traumáticas. Esa ya la hemos sufrido centenares de familias. Todo aquello que defiende el Instituto Gogora vinculado al presupuesto del plan de paz del Gobierno Vasco. Que no nos hablen de memoria inclusiva. Antes prefiero el reloj de cuco o la puntilla belga. Queremos una única lista con todos y cada uno de los nombres de los ciudadanos inocentes asesinados por ETA en este país. No puede haber dudas al respecto, ni más amnesia moral, ni concesiones. Una sola lista y por supuesto, la persecución implacable de nuestras instituciones contra todos los criminales y cómplices de ETA. El arrepentimiento alemán solo tuvo un nombre, Estalingrado. La derrota, Avranches. Así nos lo recuerda Jankelevitch, importantísimo filósofo francés y amigo de la familia Valls, en su maravilloso ensayo sobre Lo imprescriptible. Pónganle el nombre que quieran a esa lista siempre que vaya acompañado de la palabra derrota. Derrota de su discurso político, derrota de los asesinos que deberán cumplir íntegra su condena, derrota de sus cómplices, derrota de tanto farsante en pie de paz. Algunos no estamos por la reconciliación inmoral que promocionan instituciones vascas ni por el perdón, eso sólo corresponde a los culpables. Tensión democrática, Sra vicepresidenta. Querido Manuel, escucharte defender las instituciones españolas, saberte amigo y colaborador necesario en la derrota policial de ETA; es un honor para esta humilde fundación entregarte el Premio Gregorio Ordóñez. Tu especial compromiso con este país, tu especial beligerancia con el peligro que suponen los nacionalismos, tus palabras siempre acertadas. Destacas en uno de tus discursos como un bien fundamental en la figura de un político la coherencia. Refiriéndote a Georges Clémenceau, también primer ministro francés, lo defines como el hombre que nunca se equivocó sobre lo esencial. Así nos ha parecido siempre Gregorio. Un ejemplo de integridad. Ojalá no nos equivoquemos en lo esencial. Hay que ayudar a Cataluña, nos dices, porque somos europeos, porque defendemos el estado de derecho. Desmembrar España es desmembrar Europa.

La Constitución española es una de las más democráticas del mundo y no prevé la secesión. La historia, y nos lo dice un historiador, puede volverse trágica. Querido Manuel, tus distinciones, tu recorrido individual, tu conocimiento de la historia y tu participación activa en la política, tu colaboración con el Gobierno de España y tu compromiso leal con nuestras instituciones y ciudadanos te hacen más que merecedor de este premio. Eres un ejemplo para todos nosotros. Gracias.

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