Resulta sorprendente la naturalidad con la que se ha recibido la noticia de que el Gobierno Vasco y el entorno de Eta, por no decir directamente Eta, colaboran y elaboran documentos conjuntos para marcar directrices y consensuar políticas que después pretenden –y consiguen- imponer al Gobierno de España. En muchas de las ocasiones en que Urkullu ha solicitado y obtenido una reunión con el Presidente –y han sido bastantes, unas veces públicas y otras secretas- ha acudido a proponer políticas e iniciativas previamente acordadas de forma encubierta con Eta –tal y como acabamos de saber- actuando así como correa de transmisión de los planteamientos políticos de los terroristas, muchos de los cuales el PNV comparte.
Así, poco a poco, con perseverancia y astucia, se está consiguiendo llevar adelante una concienzuda estrategia destinada a facilitar la “inserción social” de Eta y a neutralizar y desacreditar a quienes se oponen a ella. La pormenorizada “hoja de ruta” incautada por la policía debería escandalizarnos por demostrar palpablemente que quién está marcando la política ante –no contra- el terrorismo son los propios terroristas. En cambio, nos encontramos con que los nacionalistas se indignan porque consideran que actuar policialmente contra Eta es un obstáculo para la paz en lugar de abochornarse porque se descubra su repugnante compadreo con los terroristas. Lo cierto es que no nos escandalizamos, porque no nos sorprendemos, porque sabemos empíricamente el rol tutelar que ha jugado siempre el PNV con respecto al terrorismo y que continúa desempeñando en esta nueva fase.
Lo que a muchos sí nos sorprende y nos duele es la asunción por parte del Gobierno de la Nación de las tesis de los nacionalistas, su disposición a seguir sus pautas, a no “echar leña al fuego”, como recientemente hemos escuchado. Lo inquietante es el constante retroceso cesante en hacer prevalecer la verdadera acepción de conceptos como justicia, libertad, derechos humanos paz o convivencia que están siendo adulterados sin respuesta hasta convertirlos en ofensivas mentiras destinadas a justificar lo injustificable. Lo preocupante es que el Gobierno se fíe de quién no debe renunciando a aplicar sus propias políticas y plegándose a las que elabora el PNV con la propia Eta, como ya nadie puede negar, Lo alarmante es que el Gobierno no sea consciente de que las exigencias de los nacionalistas no tienen fin, que a cada logro obtenido sigue una reclamación mayor, que cada cesión les fortalece y nos debilita. Lo sorprendente es que el Gobierno no se dé cuenta de que el PNV y por ende el Gobierno Vasco, nunca se pondrá del lado del Estado de Derecho si enfrente está el “derecho a decidir”
Ya sabemos claramente cual es la hoja de ruta compartida del PNV y Eta que se podría resumir gráficamente en más fotos como la de Durango con nuevas remesas de asesinos excarcelados que muy pronto serán concejales y alcaldes, y en coordinarse de forma más o menos bien avenida para avanzar hacia su fin supremo de la independencia.
¿Tenemos nosotros una hoja de ruta para impedirlo?